“Hay que dejar que la gente hable. Si lo hacemos, mostraremos nuestro rostro más democrático y los catalanes, que son gente muy razonable, verán que les conviene más seguir con nosotros que quedar aislados como un estado paria.”

Este error es el que el PSC ha conseguido inocular en todo el PSOE y en buena parte de la izquierda indefinida. Es el mismo tipo de convicción que llevó a pensar que con los estatutos de autonomía quedarían saciadas las revindicaciones nacionalistas y zanjado el “problema territorial”.


Sólo hay que estudiar mínimamente cuál ha sido el devenir del estado autonómico para comprender el enorme fracaso de esta perspectiva. La clase política española, corrupta y pusilánime como hay pocas, identificó Cataluña con nacionalismo y se dedicó a alagar a aquellos para ganarse el favor de la sociedad. Pero conforme se hacía mayor la autonomía, se amplificaba la distancia con el estado hasta que las últimas generaciones ya no han conocido más seña de hispanidad que la Agencia Tributaria.


Los catalanes decidirán irse porque no pueden decidir otra cosa. Si no es ahora, será de aquí a diez años ya que sus vidas están envueltas completamente en la ilusión independentista. Un manto de mentiras y silencio les mantiene al margen de cualquier contacto con la auténtica historia del país al que pertenecen. No hay otra opción que se les ofrezca más ilusionante y llena de contenido ( aunque esté repleto de falacias). Si no es ahora será de aquí diez años. Además, ¿quién querría pertenecer a un Estado que no se respeta a sí mismo?.


Juan Armuñés.

Catalunya, septiembre 2017.


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