PANFLETO CONTRA LAS DEFENSAS DE ESPAÑA (PROLOGO)

Defender España supone antes que nada entender España como problema. Por eso nos parecen estérlies algunas defensas que observamos que se limitan a manejar conceptos arquetípicos o lugares comunes aleatoriamente escogidos de la economía, la diplomacia o la contabilidad sin ningún tipo de ordenación discursiva. No se pretende por tanto atacar a los que bienintencionadamente están intentando aportar argumentos en la defensa de nuestro modelo de convivencia sino más bien cuestionar "las defensas" como conjunto de argumentos desestructurados que deberían ser abandonados por una auténtica defensa sólida y rigurosa de la Unidad de la Nación.


El Referéndum ilegal convocado por el Parlamento regional de Catalunya tiene por objeto desafiar a las instituciones españolas, anular de facto la Constitución y, en último término y sea cual sea el resultado, desembocar en la desmembración irreversible de nuestra Nación.

Que nadie se engañe: no se trata de un sondeo, de una inocente consulta democrática. Si el Referéndum se lleva a cabo querrá decir que el Gobierno que representa a los españoles no ha sido capaz de aplicar la ley para evitarlo y Cataluña será antes o después un Estado independiente en el concierto internacional.


Ante esta amenaza, es sabido que la estrategia del Ejecutivo ha sido escudarse en el poder judicial para evitar tener que tomar las decisiones que serían precisas tales como la suspensión parcial de la Autonomía y el procesamiento de los cabecillas de esta rebelión. No criticaremos esta actitud que se descalifica por sí misma y que la historia se encargará de poner en su lugar. 


La crítica que pretendo abordar, entendiéndose crítica como análisis racional y ordenado de la realidad, es la de aquellas buenas gentes que, de diversas maneras, se están sublevando contra los planes secesionistas dentro y fuera de Catalunya. Y lo pretendo hacer porque creo que no se está planteando la oposición de manera adecuada y se está echando a perder un precioso potencial político que necesitamos si queremos salvar la democracia de la que hemos disfrutado estos años.


Nos equivocamos, nos estamos equivocando en las tertulias callejeras y radiofónicas, en las redes sociales, en los deportes, en los grupos de amigos, en los diarios y en las elecciones… Lo estamos haciendo muy mal y el enemigo lo está haciendo muy bien porque tiene un plan muy claro y sabe perfectamente cómo llegar a su destino mientras nosotros nos confiamos en que llevamos la razón y que la democracia vencerá como no puede ser de otra manera.


Llevo años analizando las reacciones de la gente y las mías propias y viendo cómo el proceso rupturista avanza de manera lenta pero implacable y creo haber llegado a identificar una serie de errores que estamos cometiendo y sobre los que debemos reflexionar seriamente si no queremos quedar cómo los perdedores de la más absurda disputa de la Historia.


Sin más, iré desgranando uno a uno estos errores en las siguientes entregas esperando despertar la discusión y animar y dotar de contenido al discurso constitucionalista que la mayoría de nosotros defendemos ( doy por hecho que el separatista no leerá tan extenso panfleto ya que para nada pretendo atacar sus posiciones sino más bien reforzar las propias).


  1. EL ERROR DE LA PREPOTENCIA
  2. EL ERROR DE LA DESFIGURACION
  3. EL ERROR DE LA CORRUPCION
  4. EL ERROR ESTADISTICO
  5. EL ERROR ECONOMICISTA
  6. EL ERROR COMERCIAL
  7. EL ERROR EUROPEISTA
  8. EL ERROR BUENISTA
  9. EL ERROR NOMINALISTA
  10. EL ERROR DERROTISTA



Juan Armuñés.

Catalunya, septiembre 2017.





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PANFLETO CONTRA LAS DEFENSAS DE ESPAÑA (I) EL ERROR DE LA PREPOTENCIA

En este error caen los que escuchan una y otra vez que:


 “... el Referéndum no se celebrará porque no van a atreverse a saltarse las leyes…” o que “...el procès morirá por sí mismo..”.


Son frases muy propias de políticos voluntaristas como los nuestros, que consideran que si uno elimina mentalmente un escenario, éste deja de ser posible inmediatamente. 


Ciertamente, las cosas están muy difíciles a nivel legal para los golpistas catalanes, que se enfrentan a numerosos obstáculos y posibles (cuidado, digo posibles) sanciones y multas. Algunos altos cargos se han retirado de la primera línea por miedo a ver menguado su patrimonio si fracasa el golpe de estado. Pero inmediatamente han sido reemplazados por otros más firmes en sus convicciones que están dispuestos a llegar a donde sea; bien por gallardía o por tener las espaldas mejor cubiertas.


El separatismo no nació con Artur Mas. Sus orígenes están en un sector del carlismo, que tras llevar a nuestro país a tres guerras civiles y perderlas, transformó su discurso en un idealismo reaccionario-localista imbuido de fanatismo religioso promovido por sectores ultramontanos del clero rural. Tras la guerra civil, el discurso nacionalista quedó pulverizado ya que la población, exausta de las penurias del periodo revolucionario, comprobó cómo el nuevo régimen continuó garantizando el crecimiento industrial de la región a cambio de dejar apartadas a un segundo plano las peculiaridades folklóricas.


Es la nueva clase política surgida de la llamada Transición la que abre de nuevo las puertas de par en par al neocaciquismo nacionalista cuya semilla había quedado al cuidado de los monjes del monsasterio de Montserrat y de algunas familias de la burguesía decadente de Barcelona. El estado autonómico fue concebido como un bálsamo federal que curaría el mal nacionalista. El pacto era sencillo: Madrid cedía el control de la finca catalana a la aparentemente dócil oligarquía convergente a cambio de cheques en blanco para facilitar la alternancia de partidos en La Moncloa. 


Naturalmente, los ingenieros filopujolistas jamás lo vieron de esa manera y supieron tejer con paciencia la matriz sobre la que se levantaría durante tres generaciones sucesivas la ilusión de un nou país cuya conclusión no podía ser otra que obtener el privilegio máximo: la emancipación, la transformación de los caciques en emperadores de un vasto territorio mediterráneo.


Esta operación, por tanto, no se ha fraguado en dos tardes o para salir al paso de una crisis económica aunque se haya servido de la misma para propulsar su estampida final. Se trata de una maniobra perfectamente planificada con todo un aparato institucional puesto a su disposición por los sucesivos Gobiernos centrales tanto de derecha e izquierda.


No es extraño tampoco que los responsables de este desaguisado, los políticos irresponsables que han dado todo tipo de facilidades al nacionalismo en su labor de sabotaje a la democracia quieran ahora hacer ver que aquí no pasa nada, que se trata de una rabieta que ellos pueden solucionar a base de diálogo y pedagogía.


Hacemos mal en menospreciar a nuestro enemigo. El nacionalismo cuenta con ingentes medios económicos y propagandísticos. Pero sobre todo, tiene de su parte la impunidad de quien está seguro de que su la parte contraria no está preparada para hacerle frente.


Juan Armuñés.

Catalunya, septiembre 2017.




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PANFLETO CONTRA LAS DEFENSAS DE ESPAÑA (II) EL ERROR DE LA DESFIGURACION


Llamo desfiguración a la caricatura que algunos realizan para descalificar al nacionalismo. Han surgido multitud de páginas , blogs y nuevos medios que con desigual acierto se dedican a denigrar y a exagerar los vicios del llamado independentismo. 


No es infrecuente que, en el fragor de la polémica, se utilicen calificativos muy corrientes hoy en día como “fascista”, “totalitario”, “nazi”, etc… Ni que decir tiene que de la misma manera que estas palabras gruesas (aunque casi siempre vacías de contenido) circulan hacia allá, vuelven hacia acá rebotadas en forma de las no menos habituales “facha”, “franquista”, “españolista”….


Siendo benévolo con estas divertidas organizaciones, diré que en la mayoría de ocasiones le hacen el caldo gordo al oponente y crean un diálogo de sordos a base de un lenguaje tosco e inútil que no aporta nada nuevo ni sirve para fortalecer los argumentos constitucionalistas.


A continuación haré una serie de afirmaciones que sonarán extrañas: En Catalunya, hoy por hoy, no existe una situación de apartheid, ni hay enfrentamientos callejeros ni vivimos una opresión policial propia de una dictadura bananera (de momento). El peso de la ideología nacionalista bastarda y cateta se deja sentir de una manera más sútil en forma de silencios y censuras autoimpuestas. Por ejemplo, merced al consenso de la partitocracia local y a la tolerancia de los jueces, nuestros hijos pierden lo mejor de su tiempo escolar aprendiendo  a la perfección una lengua cuyo única funcionalidad es servir para la construcción de una pretendida nueva identidad. Pero no vivimos en un estado fascista: el fascismo es otra cosa; el fascismo hoy en día  no existe más que en su veritente peronista sudamericana. 


Exagerar y caricaturizar las situaciones como se hace en algunas páginas de intenet le resta credibilidad a las críticas. Crear guiñoles monstruosos del oponente lo único que hace es humanizarlo y entrar en su juego de descalificaciones. No se trata de echar por tierra el buen trabajo de mucha gente ni de renunciar al sentido del humor pero cuando criticamos el sistema educativo catalán deberíamos pensar si el modelo extremeño, cántabro o murciano son mejores. Si no son todos ellos el depauperado resultado de la educación impartida desde las autonomías. 







No está mal criticar los tics totalitarios de los partidos nacionalistas pero no debemos perder de vista que en las instituciones centrales se ha alentado y mimado el crecimiento de un partido financiado por potencias extranjeras cuyo único fin es actuar de catalizador en el proceso de desmembración nacional (hablo de Podemos naturalmente).



Los medios y la red reducen la discusión política a un chabacano intercambio de chistes que aluden habitualmente a lo menos importante, a aquello que destaca por su tosquedad. El trazo grueso de los graciosillo oficiales acostumbra a dejar de lado las raíces del discurso que origina el problema.


El humor y el sarcasmo forman parte de nuestro carácter. Actúan muchas veces como fuerzas sublimadoras de tensiones subyacentes a las relaciones humanas. Pero de la parodia al insulto hay una borrosa línea a través de la cual se entra en la pocilga de nuestro contrincante y se acaba comiendo de su mismo dornajo.


Si el debate de la pervivencia de nuestro país desciende al circo mediático, serán los payasos profesionales los que decidan al final sobre nuestro destino.


Juan Armuñés.

Catalunya, septiembre 2017.




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PANFLETO CONTRA LOS QUE DEFIENDEN ESPAÑA (III) EL ERROR DE LA CORRUPCION


Este es una de las trampas más claras y fangosas en las que ha caído el argumentario constitucionalista. Es bien sencillo: 


“la clase política catalana, la más corrupta que existe, ha recalentado artificialmente el debate separatista para distraer la atención de sus escandalosas aficiones cleptómanas”. 


Y ya está, con esta prototípica sentencia se despacha el tema y se tira hasta la próxima provocación, hasta la siguiente transgresión. Como si el movimiento suicida de una región de seis millones de habitantes se pudiera explicar por la mala suerte de haber gestado por casualidad a los políticos más ladrones del mundo.

Prisión de Soto del Real, que alberga políticos corruptos

¿Qué es la corrupción?,¿cómo se mide la intensidad de la corrupción?, ¿en millones robados per cápita?, ¿en meses de cárcel?, ¿en número de políticos procesados?... Si aceptamos la definición más ramplona de corrupción, es decir, aquella que contempla únicamente su vertiente delincuencial, los observadores internacionales nos sitúan en un nivel bastante aceptable, cercano a países de nuestras mismas características. No obstante, siempre es escandaloso constatar que los administradores de las modernas democracias tienen el mismo amor por quedarse con lo ajeno que tenían los gobernadores romanos. Nada nuevo bajo el sol.


Sin embargo, buena parte de la estrategia del Gobierno y su prensa ha sido cargar las tintas en la corrupción de los levantiscos nacionalistas. Incluso utilizando para ello las chapuceras cloacas del estado que, como suele pasar, acaban salpicando a aquel que recurre a ellas. 


Es bien sabido que en España el votante sólo castiga a los corruptos cuando son de derechas. Por tanto, la estrategia de mostrar a convergentes y asociados como una banda guiada únicamente por el latrocinio sólo podía tener una consecuencia: desplazar el voto a partidos más fanatizados pero libres por el momento del pecado de la corrupción (ERC y CUP).


¡Qué truco tan burdo, que dilapidación de recursos para nada!. Mientras Rajoy escurría el bulto de las acusaciones de financiación ilegal de su partido, sus policías remenaban en la banca andorrana buscando pruebas de los delitos de la familia Pujol, como si éstos no fueran de todos conocidos. Entérense señores de Madrid: los robos de la Ferrusola y su estirpe no han merecido más de dos o tres titulares en el oasis catalán.

Entonces ¿qué?, ¿pasamos de denunciar el nepotismo y la prevaricación?. Por supuesto que no. Pero centrar el discurso sobre la corrupción en su aspecto monetario hace que perdamos de vista su auténtico significado, a saber: putrefacción y degradación. La situación que padecemos es consecuencia de una corrupción generalizada que afecta a toda la clase política y a parte de las instituciones. 


En efecto: nuestros políticos y nuestros jueces son los más incultos que jamás ha habido. Desconocen y desprecian la historia de España. No han pensado ni un minuto de sus vidas en el bien común, en la eutaxia. Conciben las leyes como un salvoconducto para pervivir mientras se degrada la educación y la formación del pueblo.


Ellos han permitido que el Parlamento se convirtiera en un establo de chalaneo en el que los votos se intercambiaban por transferencia de competencias; en otras palabras: han ido troceando el poder del estado como pago por los favores y los silencios de las minorías etnicistas. 


Y mientras tanto, los ideólogos de la taifa iban beneficiándose de ese poder y preparando la acometida final, que no había de venir sino al cabo de treinta años, cuando ya no quedara margen para debilitar más al poder central. Bajo la sombra de diversas corruptelas un sólo horizonte era vislumbrado por todo el catalanismo: la secesión.  


¿Y qué decir de los “creadores de opinión”?. De sus tribunas ha manado el lodo en el que nos arrastramos y además nos aseguran que nos lo merecemos ya que es lo que hemos querido. ¿Puede haber mayor corrupción que despreciar la lengua, el patrimonio literario y artístico?, ¿puede haber existido mayor crimen que negar a varias generaciones el acceso a las reliquias históricas, a las fuentes de su pasado, encerrando la conciencia de una nación en el pantanoso césped de un inmenso campo de fútbol?.


He aquí la auténtica corrupción: la degradación del estamento político que ha permitido el vaciamiento del estado, el borramiento de los símbolos de unidad en favor dal folklore local, la ruptura del mercado interior, la asimilación de la leyenda negra, la construcción de muros entre comarcas...


Cuando la élite de un Estado renuncia a conservar su dignidad, entonces no sólo el robo de los poderosos está al orden del día sino que los individuos quedan expuestos a la arbitrariedad de la tribu. Si se corrompe el Estado no hay democracia ni libertad.


Juan Armuñés.

Catalunya, septiembre 2017.




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PANFLETO CONTRA LAS DEFENSAS DE ESPAÑA : V EL ERROR ECONOMICISTA


Los economistas saben que cualquier modelo para predecir el situaciones futuras a nivel global no es infalible ya que una cosa es diseñar programas para calcular la evolución de un valor bursátil y otra muy diferente es explicar el comportamiento de una sociedad de libre mercado con las implicaciones sociológicas, políticas y demás que esto conlleva.

Sin embargo, muchos de entre nosotros creen saber con toda seguridad cuál sería el destino inmediato de una república catalana. De acuerdo a sus predicciones, el futuro estadito se vería aislado del resto del mundo, fuera de la Unión Europea y condenado a vagar por los mercados con una moneda devaluada o estableciendo paridades artificiosas con el euro o el dólar. 


Por otro lado, los economistas del bando contrario están totalmente convencidos de que, una vez liberado del yugo que supone mantener a los andaluces y castellanos, el nou país emprenderá un camino de prosperidad y abundancia que le igualará a los países escandinavos. 


Como se ve, aquí también hay versiones para todos los gustos. Porque a la hora de adivinar el futuro nos adentramos no ya en el complicado mundo de la matemática financiera sino en la arbitrario terreno de las predicciones. Cualquier orate puede dibujar un futuro a su conveniencia ayudado de los datos que mejor le puedan funcionar.


No existe precedente de un  estado soberano europeo que, dentro de la Unión Europea, haya sufrido la amputación de una de sus regiones más ricas. Por tanto, y por otras razones que expondré en el Error Internacional, es absolutamente imposible saber cuál será el balance de caja en caso de que la fantasía independentista se haga realidad. Una cosa es segura: España, destrozada y privada de esta y otras ricas regiones que la seguirían en su diáspora, quedaría con un PIB menguado convertida en una nación mendicante y depauperada. En esto no hace falta ser muy avispado, ya que sólo hay que estudiar dónde reside la fuerza productiva e industrial de nuestro país para deducir las consecuencias que tal hecho conllevaría para los territorios pobres que quedarían abandonados, eso sí, dentro de la UE.


Pero además el argumento económico es bastardo en sí. ¿Qué pasa, que si el resultado económico fuera ciertamente satisfactorio para ellos entonces habría que darles la razón?. ¿Resulta que ahora los estados se forman y se destruyen de acuerdo a las cuentas de resultados de los califas de turno?. Entonces tendría que replantearse la existencia de la mayoría de países y federaciones del mundo y , cada año, en función de las pérdidas y beneficios, actualizar la lista de países integrantes de las Naciones Unidas.


Juan Armuñés.

Catalunya, septiembre 2017.

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PANFLETO CONTRA LAS DEFENSAS DE ESPAÑA : VI EL ERROR COMERCIAL


Va muy ligado al anterior. Los sabios que conocen perfectamente lo que nos depara el mañana aseguran que en caso de independencia Cataluña perdería su principal cliente, que no es otro que el mercado Español. Además, estos orates dan por sentado que nuestros gobernantes someterían al petit pais a un aislamiento tan brutal que en cuestión de meses estaría ahogado y solicitando el reingreso en la madre patria.


Este argumento está en parte rebatido en el apartado anterior pero hemos de señalar dos observaciones bien claras:


Ciertamente una buena parte de lo que se produce en Cataluña se vende en el resto de España, pero también ocurre lo mismo en sentido contrario. Además hoy en día las relaciones económicas son muy complejas. La materia prima de un producto puede estar en Valladolid pero el envasamiento se realiza en Terrassa y el producto pasa por Valencia para finalmente venderse en Bogotá, Shangai o Amsterdam. Las relaciones comerciales no son lineales sino trabeculares y cortar en seco el flujo comercial sería fatal para todos los agentes implicados.


La segunda objeción hace referencia a la integridad de nuestros gobernantes. Según los orates del desastre comercial, el Presidente de turno, ofendido y enojado por la marcha unilateral (consentida por él, naturalmente), propondría al Parlamento Nacional una batería de medidas de boicot comercial que serían seguidas a pies juntillas por todas las comunidades y países amigos ( nosotros somos amigos de todo el mundo). Así que nuestros hasta ahora hermanos catalanes quedarían cercados en un país que ni podría comprar ni podría vender. Esta hipótesis es terrible. Sobre todo para los que vivimos aquí, ya que tendríamos que emigrar; pero sería la reacción propia de un estado orgulloso que pretendiera conservar algo de su dignidad.


El problema es que, como hemos  comentado, nuestros dirigentes padecen un género de corrupción que va más allá de la apropiación indebida. Si durante tantos años se ha tolerado a los nacionalistas, se les ha colmado de competencias alimentando la más que anunciada secesión, ¿qué nos hace pensar que, una vez producida la ruptura, nuestra clase política se volvería lúcida como San Pablo cuando cayó de su caballo y comenzaría a gobernar de acuerdo a los intereses españoles y no a turbios tratos personales establecidos con la casta catalana?.  


Yo no pondría la mano en el fuego por esa súbita conversión de los Rajoy, Sánchez e Iglesias en severos estadistas capaces de iniciar una reconquista en pleno siglo XXI. Pero abundaremos más en los siguientes apartados.


Juan Armuñés.

Catalunya, septiembre 2017.


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PANFLETO CONTRA LOS QUE DEFIENDEN ESPAÑA (VII) EL ERROR EUROPEISTA

El día en que España entró en la Unión Europea (o en Europa como dicen algunos), nuestra nación se transformó en una democracia homologada y por lo tanto quedó blindada contra cualquier ataque interno o externo. En otras palabras: 


“la UE no permitiría nunca la secesión contra uno de sus socios ya que va contra sus estatutos internos”. 


Este yo creo que es uno de los argumentos más utilizados y escuchados. Y sin embargo es tan débil y tan escasamente contrastable como los demás.

La UE es una entidad compleja que aspira a ser un estado conferederado, pero todavía no lo es. De hecho, nadie sabe muy bien lo que es la UE. Un mercado, una sociedad de naciones amigas que tienen tratados , una moneda en común, un espacio de libre circulación.


Los funcionarios de Bruselas han sido siempre tajantes en el sentido de que Cataluña quedaría fuera de la UE inmediatamente. Pero más difícil es decir qué pasaría con todos los que, hoy por hoy, somos ciudadanos europeos de pleno derecho. ¿Cómo se privaría a seis o siete milones de personas de sus derechos de ciudadanía?. Una vez más la respuesta es que no hay precedentes.


Como modelo podemos evocar el Brexit, aunque no es totalmente extraploable. Todos dábamos por hecho que los ingleses no se atreverían a abandonar la UE ya que esto iría en contra de toda lógica. Pero la democracia “plebiscitaria” habló y la mayoría decidió salir. Y desde entonces se ha iniciado un complicadísimo proceso de negociación para discutir los términos de la separación; nadie sabe cómo acabarán estas negociaciones. Pero de expulsión directa y de aislamiento inmediato nada; al contrario, todo son buenas palabras para buscar soluciones que satisfagan a ambas partes.


Las naciones que conforman la UE conservan parte de soberanía y no se comportan de manera unánime en temas de política internacional. Como han hecho siempre, cada una mira por sus propios intereses. No sería de extrañar que, pasada la rabieta inicial, algún amigo europeo, comenzara a dialogar bajo la mesa para obtener ventaja de nuestra desgracia o sencillamente para perjudicar nuestros intereses.


Y luego están el resto de países que no pertenecen a la UE, comenzando por ejemplo por Reino Unido o por los propios Estados Unidos. No olvidemos que la expansión norteamericana comenzó a realizarse a costa de atacar nuestras provincias caribeñas y las islas filipinas. Hay que ser muy ingenuos para pensar que los EEUU (que consintieron la ocupación del Sahara en 1975) van a seguir a pies juntillas las recomendaciones del íntegro canciller español de turno y no van a reconocer antes o después al joven y democrático estado catalán. Los hechos más recientes acontecidos en los Balcanes irían más en este sentido que en el que nosotros queremos imaginar.


En resumen, combatir el golpismo catalán con argumentos europeístas obedece a nuestro ancestral complejo de inferioridad con respecto a eso que llamamos Europa. Pero no es necesario recurrir a otros para defender lo que se defiende por sí sólo. España siempre ha sido Europa; de hecho es la más europea de todas las naciones. Y nuestra buena relación con el club de la UE no debe ser una excusa para quienes rehuyen plantar una batalla teórica directa a ese manojo de mentiras históricas que es el nacionalismo.


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PANFLETO CONTRA LAS DEFENSAS DE ESPAÑA : X EL ERROR DERROTISTA


X.EL ERROR DERROTISTA


Este es para mí el más comprensible de los errores ya que se deriva de la inconsistencia de todos los demás argumentos que hemos explicado. El ciudadano bienintencionado que ha creído en el criterio economicista, o en el comercial, o en la hipótesis buenista, observa con perplejidad cómo el procès avanza ante la pasividad total del ejecutivo que se limita a enviar denuncias al Tribunal Constitucional el cual ya ha manifestado que no va a resolver él sólo esta papeleta.


Mientras tanto, los días van avanzando y el uno de octubre se acerca. Nos dicen que el referéndum no se celebrará, pero sabemos que ya hay un antecendente (el 9N-2014) en que las fuerzas rupturistas sacaron las urnas a la calle poniendo en ridículo a todo el Gobierno Nacional. A cada medida “proporcional” del aparato judicial, los golpistas responden con una maniobra de huida que demuestra lo bien trazado que está el plan de voladura de nuestro país.


Además, el Parlamento regional ha amenazado con hacer una declaración unilateral de independencia en caso de no poder celebrar la consulta ilegal. El ciudadano bienintencionado no entiende que nadie haya sido inhabilitado o detenido tras realizar semejante desafío desde una institución política.


Por eso muchas personas prefieren pensar que lo mejor es que esta pesadilla acabe como sea, pero que acabe. 


“Que se vayan de una vez, nos quedaremos más tranquilos nosotros sólos”.


Puede que tengas razón, amigo mío pero dime una cosa ¿quiénes somos “nosotros sólos” ?; ¿damos por hecho que ninguna otra región seguirá el camino de los díscolos catalanes?. Viendo lo fácil que resulta y siguiendo el método de acosar al contrario hasta la extenuación, lo normal sería que los sabinianos de Navarra y Vascongadas no tardaran mucho en seguir el mismo camino. Y de todos son conocidas las ansias imperialistas que el separatismo levantino ha puesto siempre en dos riquísimas comunidades: Valencia y Baleares, donde la horda podemita ya está allanando el camino


Así que probablemente nos quedaríamos muy agusto castellanos, asturianos , andaluces… sí, pero perdiendo gran parte de nuestro tejido industrial y buena parte nuestras comunicaciones con Francia. Un país mutilado y empobrecido de la noche a la mañana. Una vez reinoculado el mal cantonalista en nuestra historia, el desastre de la Primera República sería un escenario más que posible, al que habría que añadir todas las tensiones inmigratorias y económicas que podrían sobreañadirse.


No, amigo. Por muy desilusionado que estés, por muy traicionado que te sientas por esta clase política ignara y bastarda, no hay otra opción que creer en España como el único proyecto admisible. Pero no en la España hueca y débil de los Reinos de Taifas. A ti y a mí nos toca repensar esta Nación fuerte y orgullosa en la que queremos seguir viviendo la riqueza de nuestra diversidad en común.



Juan Armuñés.

Catalunya, septiembre 2017.

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