PANFLETO CONTRA LAS DEFENSAS DE ESPAÑA : V EL ERROR ECONOMICISTA


Los economistas saben que cualquier modelo para predecir el situaciones futuras a nivel global no es infalible ya que una cosa es diseñar programas para calcular la evolución de un valor bursátil y otra muy diferente es explicar el comportamiento de una sociedad de libre mercado con las implicaciones sociológicas, políticas y demás que esto conlleva.

Sin embargo, muchos de entre nosotros creen saber con toda seguridad cuál sería el destino inmediato de una república catalana. De acuerdo a sus predicciones, el futuro estadito se vería aislado del resto del mundo, fuera de la Unión Europea y condenado a vagar por los mercados con una moneda devaluada o estableciendo paridades artificiosas con el euro o el dólar. 


Por otro lado, los economistas del bando contrario están totalmente convencidos de que, una vez liberado del yugo que supone mantener a los andaluces y castellanos, el nou país emprenderá un camino de prosperidad y abundancia que le igualará a los países escandinavos. 


Como se ve, aquí también hay versiones para todos los gustos. Porque a la hora de adivinar el futuro nos adentramos no ya en el complicado mundo de la matemática financiera sino en la arbitrario terreno de las predicciones. Cualquier orate puede dibujar un futuro a su conveniencia ayudado de los datos que mejor le puedan funcionar.


No existe precedente de un  estado soberano europeo que, dentro de la Unión Europea, haya sufrido la amputación de una de sus regiones más ricas. Por tanto, y por otras razones que expondré en el Error Internacional, es absolutamente imposible saber cuál será el balance de caja en caso de que la fantasía independentista se haga realidad. Una cosa es segura: España, destrozada y privada de esta y otras ricas regiones que la seguirían en su diáspora, quedaría con un PIB menguado convertida en una nación mendicante y depauperada. En esto no hace falta ser muy avispado, ya que sólo hay que estudiar dónde reside la fuerza productiva e industrial de nuestro país para deducir las consecuencias que tal hecho conllevaría para los territorios pobres que quedarían abandonados, eso sí, dentro de la UE.


Pero además el argumento económico es bastardo en sí. ¿Qué pasa, que si el resultado económico fuera ciertamente satisfactorio para ellos entonces habría que darles la razón?. ¿Resulta que ahora los estados se forman y se destruyen de acuerdo a las cuentas de resultados de los califas de turno?. Entonces tendría que replantearse la existencia de la mayoría de países y federaciones del mundo y , cada año, en función de las pérdidas y beneficios, actualizar la lista de países integrantes de las Naciones Unidas.


Juan Armuñés.

Catalunya, septiembre 2017.

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PANFLETO CONTRA LAS DEFENSAS DE ESPAÑA : VI EL ERROR COMERCIAL


Va muy ligado al anterior. Los sabios que conocen perfectamente lo que nos depara el mañana aseguran que en caso de independencia Cataluña perdería su principal cliente, que no es otro que el mercado Español. Además, estos orates dan por sentado que nuestros gobernantes someterían al petit pais a un aislamiento tan brutal que en cuestión de meses estaría ahogado y solicitando el reingreso en la madre patria.


Este argumento está en parte rebatido en el apartado anterior pero hemos de señalar dos observaciones bien claras:


Ciertamente una buena parte de lo que se produce en Cataluña se vende en el resto de España, pero también ocurre lo mismo en sentido contrario. Además hoy en día las relaciones económicas son muy complejas. La materia prima de un producto puede estar en Valladolid pero el envasamiento se realiza en Terrassa y el producto pasa por Valencia para finalmente venderse en Bogotá, Shangai o Amsterdam. Las relaciones comerciales no son lineales sino trabeculares y cortar en seco el flujo comercial sería fatal para todos los agentes implicados.


La segunda objeción hace referencia a la integridad de nuestros gobernantes. Según los orates del desastre comercial, el Presidente de turno, ofendido y enojado por la marcha unilateral (consentida por él, naturalmente), propondría al Parlamento Nacional una batería de medidas de boicot comercial que serían seguidas a pies juntillas por todas las comunidades y países amigos ( nosotros somos amigos de todo el mundo). Así que nuestros hasta ahora hermanos catalanes quedarían cercados en un país que ni podría comprar ni podría vender. Esta hipótesis es terrible. Sobre todo para los que vivimos aquí, ya que tendríamos que emigrar; pero sería la reacción propia de un estado orgulloso que pretendiera conservar algo de su dignidad.


El problema es que, como hemos  comentado, nuestros dirigentes padecen un género de corrupción que va más allá de la apropiación indebida. Si durante tantos años se ha tolerado a los nacionalistas, se les ha colmado de competencias alimentando la más que anunciada secesión, ¿qué nos hace pensar que, una vez producida la ruptura, nuestra clase política se volvería lúcida como San Pablo cuando cayó de su caballo y comenzaría a gobernar de acuerdo a los intereses españoles y no a turbios tratos personales establecidos con la casta catalana?.  


Yo no pondría la mano en el fuego por esa súbita conversión de los Rajoy, Sánchez e Iglesias en severos estadistas capaces de iniciar una reconquista en pleno siglo XXI. Pero abundaremos más en los siguientes apartados.


Juan Armuñés.

Catalunya, septiembre 2017.


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PANFLETO CONTRA LOS QUE DEFIENDEN ESPAÑA (VII) EL ERROR EUROPEISTA

El día en que España entró en la Unión Europea (o en Europa como dicen algunos), nuestra nación se transformó en una democracia homologada y por lo tanto quedó blindada contra cualquier ataque interno o externo. En otras palabras: 


“la UE no permitiría nunca la secesión contra uno de sus socios ya que va contra sus estatutos internos”. 


Este yo creo que es uno de los argumentos más utilizados y escuchados. Y sin embargo es tan débil y tan escasamente contrastable como los demás.

La UE es una entidad compleja que aspira a ser un estado conferederado, pero todavía no lo es. De hecho, nadie sabe muy bien lo que es la UE. Un mercado, una sociedad de naciones amigas que tienen tratados , una moneda en común, un espacio de libre circulación.


Los funcionarios de Bruselas han sido siempre tajantes en el sentido de que Cataluña quedaría fuera de la UE inmediatamente. Pero más difícil es decir qué pasaría con todos los que, hoy por hoy, somos ciudadanos europeos de pleno derecho. ¿Cómo se privaría a seis o siete milones de personas de sus derechos de ciudadanía?. Una vez más la respuesta es que no hay precedentes.


Como modelo podemos evocar el Brexit, aunque no es totalmente extraploable. Todos dábamos por hecho que los ingleses no se atreverían a abandonar la UE ya que esto iría en contra de toda lógica. Pero la democracia “plebiscitaria” habló y la mayoría decidió salir. Y desde entonces se ha iniciado un complicadísimo proceso de negociación para discutir los términos de la separación; nadie sabe cómo acabarán estas negociaciones. Pero de expulsión directa y de aislamiento inmediato nada; al contrario, todo son buenas palabras para buscar soluciones que satisfagan a ambas partes.


Las naciones que conforman la UE conservan parte de soberanía y no se comportan de manera unánime en temas de política internacional. Como han hecho siempre, cada una mira por sus propios intereses. No sería de extrañar que, pasada la rabieta inicial, algún amigo europeo, comenzara a dialogar bajo la mesa para obtener ventaja de nuestra desgracia o sencillamente para perjudicar nuestros intereses.


Y luego están el resto de países que no pertenecen a la UE, comenzando por ejemplo por Reino Unido o por los propios Estados Unidos. No olvidemos que la expansión norteamericana comenzó a realizarse a costa de atacar nuestras provincias caribeñas y las islas filipinas. Hay que ser muy ingenuos para pensar que los EEUU (que consintieron la ocupación del Sahara en 1975) van a seguir a pies juntillas las recomendaciones del íntegro canciller español de turno y no van a reconocer antes o después al joven y democrático estado catalán. Los hechos más recientes acontecidos en los Balcanes irían más en este sentido que en el que nosotros queremos imaginar.


En resumen, combatir el golpismo catalán con argumentos europeístas obedece a nuestro ancestral complejo de inferioridad con respecto a eso que llamamos Europa. Pero no es necesario recurrir a otros para defender lo que se defiende por sí sólo. España siempre ha sido Europa; de hecho es la más europea de todas las naciones. Y nuestra buena relación con el club de la UE no debe ser una excusa para quienes rehuyen plantar una batalla teórica directa a ese manojo de mentiras históricas que es el nacionalismo.


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PANFLETO CONTRA LAS DEFENSAS DE ESPAÑA : X EL ERROR DERROTISTA


X.EL ERROR DERROTISTA


Este es para mí el más comprensible de los errores ya que se deriva de la inconsistencia de todos los demás argumentos que hemos explicado. El ciudadano bienintencionado que ha creído en el criterio economicista, o en el comercial, o en la hipótesis buenista, observa con perplejidad cómo el procès avanza ante la pasividad total del ejecutivo que se limita a enviar denuncias al Tribunal Constitucional el cual ya ha manifestado que no va a resolver él sólo esta papeleta.


Mientras tanto, los días van avanzando y el uno de octubre se acerca. Nos dicen que el referéndum no se celebrará, pero sabemos que ya hay un antecendente (el 9N-2014) en que las fuerzas rupturistas sacaron las urnas a la calle poniendo en ridículo a todo el Gobierno Nacional. A cada medida “proporcional” del aparato judicial, los golpistas responden con una maniobra de huida que demuestra lo bien trazado que está el plan de voladura de nuestro país.


Además, el Parlamento regional ha amenazado con hacer una declaración unilateral de independencia en caso de no poder celebrar la consulta ilegal. El ciudadano bienintencionado no entiende que nadie haya sido inhabilitado o detenido tras realizar semejante desafío desde una institución política.


Por eso muchas personas prefieren pensar que lo mejor es que esta pesadilla acabe como sea, pero que acabe. 


“Que se vayan de una vez, nos quedaremos más tranquilos nosotros sólos”.


Puede que tengas razón, amigo mío pero dime una cosa ¿quiénes somos “nosotros sólos” ?; ¿damos por hecho que ninguna otra región seguirá el camino de los díscolos catalanes?. Viendo lo fácil que resulta y siguiendo el método de acosar al contrario hasta la extenuación, lo normal sería que los sabinianos de Navarra y Vascongadas no tardaran mucho en seguir el mismo camino. Y de todos son conocidas las ansias imperialistas que el separatismo levantino ha puesto siempre en dos riquísimas comunidades: Valencia y Baleares, donde la horda podemita ya está allanando el camino


Así que probablemente nos quedaríamos muy agusto castellanos, asturianos , andaluces… sí, pero perdiendo gran parte de nuestro tejido industrial y buena parte nuestras comunicaciones con Francia. Un país mutilado y empobrecido de la noche a la mañana. Una vez reinoculado el mal cantonalista en nuestra historia, el desastre de la Primera República sería un escenario más que posible, al que habría que añadir todas las tensiones inmigratorias y económicas que podrían sobreañadirse.


No, amigo. Por muy desilusionado que estés, por muy traicionado que te sientas por esta clase política ignara y bastarda, no hay otra opción que creer en España como el único proyecto admisible. Pero no en la España hueca y débil de los Reinos de Taifas. A ti y a mí nos toca repensar esta Nación fuerte y orgullosa en la que queremos seguir viviendo la riqueza de nuestra diversidad en común.



Juan Armuñés.

Catalunya, septiembre 2017.

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